miércoles, 9 de mayo de 2012




¿Ves lo que veo?
Los colores que ves no siempre son los mismos que ven los demás. El color lo vemos a través de nuestro cerebro y dependen de la sensibilidad de nuestro nervio optico para detectarlos y transmitir la información correspondiente. Por esta razón, no siempre estamos de acuerdo sobre el color. Así, mi rojo puede ser el rosa o el naranja de otra persona. El pueblo vietnamita, por ejemplo, y el coreano no distingue el azul del verde. Por eso las hojas y el cielo, para ellos, son del mismo tono.  El fallecido artista Inglés y director de cine Derek Jarman, explicaba una vez que un amigo de  Oxford Street  le felicitó por su abrigo de color amarillo. Y él le respondió que lo había comprado en Tokio, donde no se conderaba amarillo en absoluto, sino verde.
Las percepciones del color tienen un componente cultural muy importante. Los tonos se perciben de forma diferente en unas sociedades que en otras, pero eso no impide que todos podamos crear gamas cromáticas parecidas, que hacen que la proximidad entre ciertos colores sea confundida según la luz, la temperatura y otras condiciones naturales. Esto hace que cuando interpretamos una misma carta de color cada cultura lo haga en función de estas características. 
Un nuevo estudio realizado por el físico Vittorio Loreto en la Universidad de Roma "La Sapienza" y sus colegas sostiene que la denominación de los colores no es arbitrario. Los investigadores dicen que una jerarquía natural de los términos de color surge de la interacción entre nuestra capacidad innata para distinguir uno de otro tono y la negociación compleja de carácter cultural que convierte al color en un lenguaje en sí mismo.

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