miércoles, 16 de enero de 2013




La capacidad comunicativa del color



Desde que somos pequeños, acostumbrarnos a identificarnos con un color determinado. Y de forma casi inconsciente ese tono es el que tienen los objetos que más interés nos despiertan. Esta tendencia que, aparentemente, es inconsciente estará presente en todos los actos de decisión de color de nuestra vida.
Cada color posee matices que los convierten en objetos, vivencias y sensaciones que hacen que cada uno de nosotros, sin saberlo, tengamos una memoria personal de los colores, y las variantes cromáticas que los definen. Por eso, cada color nos permite identificar muchos rasgos de nuestra personalidad y, al mismo tiempo, poner de manifiesto nuestras propias inquietudes. A lo largo de nuestra trayectoria vital, el tono se suavizará, se matizará, se modificará, pero la gama forma parte de nuestra enciclopedia personal y es uno de los elementos identitarios de cada individuo.
Como elemento de comunicación no verbal que es, el color permite identificar culturas, estados de ánimo o circunstancias socioculturales de las distintas comunidades. De esta forma, los países situados en el hemisferio sur acostumbran a tener una predilección por las tonalidades más brillantes y fuertes, mientras que los países del norte prefieren los tonos más suaves. La climatología, igual que influye en los modos de vida, está presente también en el color con el que se  definen las diferentes sociedades.
El color, además, tiene atribuidas unas propiedades que se transforman en efectos sobre las personas. Por esta razón, nunca pintaríamos un hospital de color rojo, ni un local de ocio nocturno de blanco. En este sentido, el color se convierte en un elemento clave para el diseño de interiores y también para los productos  de consumo que aparecen en el mercado.
Las sensaciones que provoca en el individuo cada color hace que a cada tono se le atribuyan unas propiedades diferentes. De esta manera surge la cromoterapia, como disciplina que intenta beneficiar el estado de ánimo de las personas a partir de las propiedades de los mismos colores.
El color rojo, por ejemplo, es el color que identifica el fuego. Su intensidad está relacionada con la pasión, la agresividad y la valentía. Se trata de un tono propio de las personas apasionadas, muy seguras de sí mismas y que para nada pasan desapercibidas. También es el color más usado para las prendas de ropa y los productos de belleza, como esmalte de uñas o pintalabios, en épocas de crisis por tratarse de un color alegre y pasional. Las comunidades que tienen dificultades económicas, institucionales o estructurales acostumbran a teñirse de rojo o de tonos fuertes como reacción ante el pesimismo social.

Otro de los tonos más importantes, el azul es un color relajante e incluso frío. Se caracteriza por ser una tonalidad propia de aquellas personas que tienen un temperamento calmado, son celebrares y buscan la perfección en todo lo que les rodea.
El azul también es el color de la armonía, de la tranquilidad y de la protección. Este invierno, el color azul Klein es uno de los tonos de moda.  En el momento en el que nos encontramos, con una tormenta política, económica y social compleja, este tono se emplea en sentido positivo para buscar la calma del individuo y de la propia Sociedad.
El verde, declarado por Pantone como el color oficial del año 2013, es el tono de la esperanza, de la naturaleza y de la calma. Se trata de una tonalidad que define a las personas optimistas y con un alto grado de compromiso con el entorno en el que se ubican. En estos momentos, el color verde en todas sus gamas impregna buena parte de los escaparates de nuestras ciudades y ocupa un lugar destacado en muchos guardarropas. Si pintas tu  habitación de verde, independientemente de  “ir a la moda”, harás de tu espacio un lugar de calma y serenidad en el que poder concentrarte, estudiar y reflexionar.


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