“la gente es feliz; tiene lo que desea
y nunca desea lo que no puede obtener. Está a gusto; está a salvo; nunca está
enferma; no teme a la muerte; ignora la pasión y la vejez; no hay padres ni
madres que estorben; no hay esposa; ni hijos; ni amores excesivamente fuertes”
Fragmento extraído de Un mundo feliz de Aldous Huxley
Cuando uno se plantea una colección
hay varios factores a tener en cuenta, uno de ellos es el color. El color forma
parte del lenguaje de la moda y del mismo modo se transforma en un fuerte
vehículo de transmisión de ideas. Mi proyecto Final de Grado se basa en una especulación de
futuro a raíz de un análisis de la sociedad donde vivo y la lectura de la obra
distópica Un mundo feliz de Aldous
Huxley. A medida que me he adentrado en
la investigación este mundo próximo se me presentaba como una nebulosa
amarronada. Esta nueva sociedad será creada después de un gran conflicto a
escala mundial, donde los recursos materiales quedarán muy limitados y no existirán
valores lo suficientemente fuertes para creer en nada. Así pues, los gobiernos
se encargarán de construir una sociedad artificial donde se controlen las
emociones y proporcionen a todos una
sensación de felicidad inmediata con tal de asegurar la estabilidad social.
Pero todo esto ¿cómo se traduce a
color? Se trata de una sociedad sin vitalidad ni contrastes, en ella no existen
los colores vibrantes, ni aquellos que carguen con fuertes connotaciones
ideológicas. Está neutralizada por una gama marronosa que recuerda a la tierra
y sus materias primas, transformadas ahora en un bien muy preciado por su
escasez. Por lo tanto aquellos que no las posean tratarán de simularlas tanto en textura,
forma o color. Marrones poco saturados que provienen de tintes naturales como
el café. Marrones brillantes que provienen de materias sintéticas. Marrones que
emborrona la realidad.